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Arquitectos: Miguel Díaz-Negrete, Pablo Martín Hevia, Romina Barbieri Petrelli
- Área: 1214 m²
- Año: 2009
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Fotografías:Marcos Morilla
Descripción enviada por el equipo del proyecto. En Junio de 2006 se recibe el encargo de proyectar un nuevo gimnasio, un comedor de alumn@s y un gran salón de actos, para equipar al colegio de unos servicios adecuados a sus necesidades. El Colegio de La Asunción se organiza dentro de un recinto donde se localizan construcciones de diversa índole (religiosa, educacional, deportivas, etc.) entre espacios abiertos deportivos, arbolados y ajardinados. Con el paso del tiempo, estos últimos se vieron muy mermados, por lo que la estrategia para abordar el nuevo programa se basó en salvaguardar al máximo las zonas verdes de esparcimiento y concentrar los nuevos usos en un solo ámbito (previamente ocupado por una edificación en desuso, demolida un tiempo antes).
Este deseo de liberar la mayor superficie ajardinada posible conduce a apostar por la superposición de los tres usos que integran el programa. Dado que las necesidades de accesibilidad, superficie y altura de cada uso son diferentes, el edificio resultante no nace de una simple superposición de usos, sino de una correcta y precisa “macla entre piezas”.
La planta baja, directamente accesible desde el exterior y comunicada con una entrada directa desde la calle Isabel la Católica (servicio de catering), está ocupada por el comedor y la doble altura sobre el gimnasio; el cuerpo del salón de actos vuela perimetralmente sobre la planta baja para enfatizar su volumen, a la vez que se incrementa el vuelo en la fachada sur, para proteger ésta de la radiación solar directa; y el gimnasio, en el semisótano, se extiende por todo el perímetro edificado. Pero dicha “macla” exigía resolver la comunicación de las “piezas” entre sí y con el resto del complejo del colegio. Para ello se creó un sistema de rampas y escaleras que caracterizan el conjunto.
Formalmente, la “suma de usos” se resolvió como un único edificio, ciego en su planta alta (que envuelve el salón de actos) y completamente transparente en su planta baja (comedor con vistas a los jardines del colegio y a la doble altura sobre el gimnasio, iluminados ambos por luz natural); el gimnasio queda oculto bajo el terreno.
Para evitar problemas relacionados con el nivel freático (muy frecuentes en esta zona de la ciudad) se plantea elevar la planta baja del edificio aproximadamente 1m sobre la cota natural del terreno. Lo que en principio surge para resolver un problema técnico se convierte en una estrategia de proyecto, al dotar al conjunto de una solemnidad que en otro caso no tendría.
La imagen visual perseguida era la de una gran “joya” que levita sobre una topografía vegetal; caracterizada por una piel dorada, unas grandes rampas de acceso y una notable transparencia. Su relación con los edificios circundantes neogóticos es por contraste; se reivindica como una arquitectura contemporánea, si bien tiene en cuenta la volumetría del cuerpo principal del colegio y las tonalidades de sus fachadas. El cliente (religiosas de la Asunción) apoyó esta propuesta desde el principio, demostrando su interés por la arquitectura moderna y sus posibilidades.
La planta baja, correspondiente al comedor, se pretendió abrirla al gran parque del colegio a través de un cerramiento de vidrio; de modo que mientras los niños comen pueden disfrutar de la vegetación y una buena iluminación natural. Este tipo de cerramiento garantiza que la sala de gimnasia, con su doble altura, también se ilumine durante todo el día con luz natural, a la vez que permite que las actividades desarrolladas dentro del mismo puedan ser vistas desde la planta superior (tanto interior como exteriormente).
Por el contrario, el salón de actos necesita aislarse del exterior y centrarse en lo que ocurre internamente, por lo que se diseñó como un cofre dorado, que levita sobre la planta baja, y que encierra un interior austero y secreto. Su morfología responde a unas necesidades funcionales. La inclinación del patio de butacas se expresa al exterior a través de un perfil inferior curvo, que cualifica el espacio del comedor comprimiéndolo según se llega a la zona de servicios.
La piel del cuerpo del salón de actos se resolvió con una malla de aluminio dorado, que cambia de coloración según le incida el sol, y que altera su densidad de huecos para dejar entrar más o menos la luz y las vistas, según cada caso. Un gran hueco orientado al sur, remata el volumen de la fachada principal, creando desde el interior - hall previo al salón - una gran ventana abierta al paisaje asturiano.
En resumen, se trata de una edificación muy rotunda, que se integra por contraste al complejo escolar y que es flexible a las necesidades de los diversos usos que se pueden plantear en el futuro del colegio.